miércoles, 12 de octubre de 2011

FRASES DE JOSE ANTONIO

Aqui no solo digo cosas sobre la sede aqui podeis exponer cualquier tema o sugerencia que sera aceptada y contestada con todo el respeto del mundo.

Bueno aqui os dejo unas frases que dijo aquel gran hombre que no se si seran del gusto de todos (darme ideas y yo las publicare) pero creo que sera acertado tener las frases en este blog.




Recopilación de frases de Jose Antonio realizada por Alfredo Amestoy en VISTAZO A LA PRENSA:

Amamos España porque no nos gusta…Y porque España no nos gusta andamos por los caminos sin reposo.

Nuestra España, que se calificó por ser un “estilo” según Menéndez y Pelayo, es hoy la cosa menos estilizada del mundo. Nosotros queremos una España alegre y faldicorta. El mundo, y España forma parte del mundo, asiste a los minutos culminantes del final de una edad. Acaso de la edad liberal capitalista; acaso de otra más espaciosa de la que el capitalismo liberal fue la última etapa.

Sé que algunos amigos están asustados con esto de que cada vez use más la palabra “revolución” en mis manifestaciones políticas…Esta es la revolución que yo quiero para España: Una revolución que tiene dos venas. La vena de una justicia social profunda, que no hay más remedio que implantar, y la vena de un sentido tradicional profundo, de un tuétano tradicional español.

España tiene su revolución pendiente y hay que llevarla a cabo con el alma ofrecida al destino total de España, no al rencor de ninguna bandería.

Nuestra escuela, penetrada por el marxismo, que fue canto para instalarse en la escuela en los dos años de gobierno socialista, no ha sido desalojada de ella en los dos años del gobierno cedista y radical. En general, los partidos centristas son como la leche esterilizada: no tienen microbios, pero tampoco vitaminas.

No se sabe qué es peor; si la bazofia demagógica de las izquierdas, donde no hay manoseada estupidez que no se proclame como hallazgo, o la patriotería derechista que se complace, a fuerza de vulgaridad, en hacer repelente lo que ensalza. Y producido por el alborozo de las izquierdas y de las derechas, un caos ruidoso, confuso estéril y feo.

Frente a la España de charanga y pandereta, debemos encontrar una posible fuente profunda y constante de españolidad. Digo españolidad porque la palabra “españolismo” hasta me molesta.

Nosotros no somos nacionalistas porque el nacionalismo es el individualismo de los pueblos. Somos españoles y ser español es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en el mundo. Por eso nosotros queremos para toda la existencia española un sentido de servicio y sacrificio. Vale quien sirve. Hoy hay que servir. La función de servicio, de artesanía, ha cobrado su dignidad gloriosa y robusta.

Pero nuestro movimiento no estaría del todo entendido, si se creyera que es una una manera de pensar tan sólo. No es una manera de pensar; es una manera de ser.

Ni debemos proponernos sólo la construcción, la arquitectura política. Tenemos que adoptar, ante la vida entera, en cada uno de nuestros actos, una actitud humana, profunda y completa. Esa actitud es el espíritu de servicio y sacrificio, el sentido ascético y militar de la vida.

No hay más que dos maneras serias de vivir: la manera religiosa y la manera militar. O, si queréis, una sola. Porque no hay religión que no sea milicia, ni milicia que no esté caldeada por un sentimiento religioso y militar de la vida que tiene que restaurarse en España.

El hombre es portador de valores eternos, pero ¿quién ha dicho, al hablar de “todo menos la violencia” que en la suprema jerarquía de los valores está la amabilidad?

Soy un candidato sin fe ni respeto. Romper las urnas es su más noble destino porque los hombres se dividen en bandos, hacen propaganda, se insultan, se agitan y, al fin, un domingo colocan una caja de cristal sobre una mesa y empiezan a echar pedacitos de papel en los cuales se dice si Dios existe o no existe y si la Patria se debe o no se debe suicidar.

La Patria es una unidad de destino en lo universal. Por defenderla hay que emplear la dialéctica de los puños y de las pistolas. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo y en lo alto las estrellas.

Sentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas…A los pueblos no les han movido nunca más que los poetas. Y ¡ay del que no sepa levantar frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!

He aquí la tarea de nuestro tiempo: devolver a los hombres los sabores antiguos de la norma y del pan. Hacerles ver que la norma es mejor que el desenfreno; que hasta para desenfrenarse alguna vez hay que estar seguro de que es posible la vuelta a un asidero fijo. Estamos aquí para hacer una España única, grande y libre; una España que nos asegure la Patria, el pan y la justicia…

Dos cosas forman una Patria; como asiento físico una comunidad humana de existencia y, como vínculo espiritual, un destino común.

Si la conciencia de la unidad de destino está bien arraigada en el alma colectiva de una región apenas ofrece ningún peligro que demos libertades a esa región para que, de un modo o de otro, organice su vida interna. ¿Ha cumplido destino en lo universal el pueblo vasco? Es evidente que sí. El pueblo vasco dio genios al mundo precisamente cuando encontró su siglo de nación indestructible unido a Castilla.

En cuanto a Cataluña, es un pueblo esencialmente sentimental; un pueblo que no entienden ni poco ni mucho los que le atribuyen codicias y miras prácticas en todas sus actitudes.

Pero… si damos las autonomías como premio de una diferenciación corremos el riesgo grandísimo de que esa misma autonomía sea estímulo para ahondar en la diferenciación.

Nada auténtico se pierde. Cuando un egregio espíritu se entrega por entero hasta agostarse en frustración generosa, nunca se dilapida el sacrificio. Los que vienen detrás tienen ya ganado incluso el aprendizaje de los errores.

Ved, mujeres, cómo hemos hecho virtud capital de una virtud: la abnegación, que es sobre todo vuestra. Ojalá lleguemos en ella a gran altura. Ojalá lleguemos a ser en esto tan femeninos que algún día podáis considerarnos ¡hombres!

Tenemos que sajar sin contemplaciones. No importa que el escalpelo haga sangre. Lo que importa es estar seguros de que obedece a una ley de amor.

El sentido de la historia y de la política es como una ley de amor. Hay que tener un entendimiento que, sin necesidad de un programa escrito, nos diga cuánto tenemos que abrazarnos.

La vida no vale la pena si no es para quemarla en una empresa grande. Si nos morimos y nos sepultan en esta tierra madre de España ya pudre en vosotros la semilla y pronto nuestros huesos resecos se sacudirán de alegría y harán nacer flores sobre nuestras tumbas.

Dios no me dio la vida para quemarla en holocausto a mi vanidad, como un castillo de fuegos artificiales.

¡Ojalá fuera la mía la última sangre que se vertiera en discordias civiles!”



Espero que os guste y no tenga quejas negativas un saludo camaradas.

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